Uno lee, y no poco, y te encuentras antes o después, con autores que son capaces de sintetizar en un párrafo un profundo sentimiento que en algún momento del pensar te ha atravesado de parte a parte. Me ha ocurrido con "El Mar" de John Banville. La literatura nos regala las verdades más intensas sobre lo que pasa, sobre lo que nos pasa.
"Se supone que la vida, la auténtica
vida, es una lucha, una acción y una afirmación inagotable, la voluntad
embistiendo con su cabeza roma contra la pared del mundo, cosas por el estilo,
pero cuando vuelvo la vista atrás me doy cuenta de que la mayor parte de mis
energías se dedicaron siempre a la simple búsqueda de cobijo, de comodidad, de,
sí, lo admito, un rincón acogedor. Comprenderlo se me hace sorprendente, por no
decir escandaloso. Antes me veía como una especie de bucanero, enfrentándome a
todo el que se me ponía a tiro con un alfanje entre los dientes, pero ahora me
veo obligado a reconocer que me engañaba. Esconderme, protegerme, guarecerme, eso
es lo único que realmente he querido siempre, amadrigarme en un lugar de calor
uterino y quedarme allí encogido, oculto de la indiferente mirada del sol y de
la severa erosión del aire. Por eso el pasado supone para mí un refugio, allí
voy de buena gana, me froto las manos y me sacudo el frío presente y el frío
futuro. Y, no obstante, ¿cuál es la verdadera existencia del pasado? Después de
todo, no es más que lo que fue el presente una vez el presente ya ha pasado, no
más que eso. Pero vaya."