Fotocomedor

Fotocomedor

lunes, 30 de diciembre de 2013

Zurra

Después de la zurra que nos están dando en lo económico, en lo social y en los derechos civiles que seguirán cayendo, probablemente asistiremos  ahora al combate contra la izquierda desde la posición más ideológica y derechista de lo que sean capaces. Una izquierda paralizada, en estado de shock. Probablemente, digo, de ahora en adelante no hablaremos de economía (a no ser que los números macro hieran nuestras pupilas) sino que hablaremos de los pilares básicos de la “decencia” de derechas: la moral y el orden. Ambas saldrán de las catacumbas y los confesionarios que forman parte de todo el aparato al servicio de la derecha más despreciable que se está moviendo en el PP. Con mayorías absolutas no hay matices, no hay centro-izquierda ni centro-derecha ni centro.
Este gobierno mentiroso, agazapado y atrincherado tras hondonadas de cinismo, saca ahora con saña los temas que ya puestos a incumplir podría seguir haciéndolo como con lo del aborto. Pero no. Ahora trasladaremos la atención a lo que es pecado y lo que hay que prohibir por nuestro bien. Aborto, homosexualidad, matrimonio, familia como es debido, etc. Vamos a preocuparnos de los no nacidos que de los nacidos ya se ocupará la Divina Providencia que tanta efectividad secular ha demostrado. Lo de la libertad es una paparruchada peligrosa. Toda la más rancia ideología será soltada como una jauría (para eso están los medios) para tapar lo más que puedan el golpe de estado social que va reflejando el BOE. Reforma laboral, pensiones, sanidad privada, enseñanza privada, el agua y el aire privados. Todo es susceptible de negocio para “estos gurús del recorte, estos mierdas estiramantas de los más pobres y débiles mientras son absolutamente incapaces de mover los edredones plumosos de los más ricos”.
Nada se puede decir que no se haya dicho antes, pero insistiremos.

domingo, 29 de diciembre de 2013

Todo fluye

Tras la devolución del obligado libro de mi club de lectura, en el mostrador de la biblioteca retornaban “Todo fluye”, de Vasili Grossman, con una traducción de Marta Rebón. Lo pillé al vuelo. Lo he leído volando.

Después de 30 años de reclusión, Iván Grigorievicht vuelve a Moscú cuando Stalin ya había muerto. "Stalin se murió sin que estuviera planificado, sin la indicación correspondiente de los órganos dirigentes del Partido. Murió sin la orden personal del propio camarada Stalin…. en aquella libertad, en aquella autonomía de la muerte, había algo explosivo que contradecía la esencia misma del Estado. Una confusión total se apoderó de todas las mentes y todos los corazones". Y así ocurre en los totalitarismos cuyos orígenes, entrañas, mecánica  y finalidad fueron descritas tan acertadamente por Hannah Arendt.

Nuestro personaje, Iván, tras su salida de la cárcel, del retorno de su deportación, sólo por el hecho de ser crítico (no un menchevique, no un social-revolucionario, no un zarista) le acarreó la denuncia de alguno de sus conocidos. Y vuelve a los lugares y personajes que estaban presentes en su vida. Recorre como observador la traición política, la personal, la amorosa y paradójicamente, no condena e incluso justifica a aquellos que tras su presencia y, cómo no, su mirada, parecen quedar descubiertos por su vileza, por su delación, pero Iván no los juzga y en un ejercicio de progresión de la inmoralidad , Grossman describe la tipología de los judas que han ayudado a condenar a Ivan. Los repasa uno a uno, reflexiona sobre sus perfiles, calmadamente, desmenuzando sus esencias despreciables, haciendo notar cómo el placer, o el poder, o la superficialidad, o el afán de bienes, borra las conciencias y el lector, o sea yo , condeno a cada uno de esos judas pero Iván Gregoriovicht no lo hace, siempre encuentra una justificación en cada uno de ellos por alguna falta de libertad. Ivan no condena por lo terrible que es para él condenar incluso a los hombres terribles. Es la naturaleza misma del hombre la que lleva lo bueno y lo malo ¿juzgamos a la naturaleza? ¿nos avergonzamos de la naturaleza humana?. No creo que Grossman sea un ingenuo, más bien parece hacernos ver que en medio de una terrible tiranía las cosas no son fáciles,  la libertad no se ejerce fácilmente, es frágil.

La pasión revolucionaria de aquellos años, con el deseo de erradicar el mal de la Humanidad, fue la que hizo nacer un Estado que la mató del todo. Pero entonces, tal como apuntaba Finkielkraut, si el Bien no está en la Naturaleza ni en la Historia, ¿qué podemos hacer para no caer en el nihilismo, en el desasosiego político? Podríamos responder que salvando las pequeñas cosas diarias, particulares, y constantes del bien, de la solidaridad, de la defensa de la libertad, de no dejar morir la esperanza como le ocurre a Macha, el personaje de una mujer que llora al oír nostálgicamente una melodía que le revela en ésos segundos que no hay esperanza en un campo de concentración.

"La historia de la humanidad es la historia de su libertad. El crecimiento de la potencia del hombre se expresa sobre todo en el crecimiento de la libertad. La libertad no es necesidad convertida en conciencia, como pensaba Engels. La libertad es diametralmente opuesta a la necesidad, la libertad es la necesidad superada. El progreso es en esencia, progreso de la libertad humana. Ya que la vida misma es libertad, la evolución de la vida es la evolución de la libertad". Se nota en el libro un empeño por salvar lo singular, por salvar al hombre, no por salvar a la Humanidad.


Y ahí me he quedado, con un enorme trabajo reflexivo.

jueves, 26 de diciembre de 2013

Doctor Pasavento

En el Club de Lectura de la biblioteca de mi barrio hemos leído “Doctor Pasavento” de Enrique Vila- Matas, un libro sorprendente y cargado de referencias literarias, filosóficas, artísticas, aunque algo complejo.

Se arranca con la idea de una intrigante y curiosa paradoja: “ ¿Hacia dónde va la literatura? Va hacia sí misma, hacia su esencia que es la desaparición, un viaje que es regreso a lo esencial”. No es en vano que empiece con esta contundencia el ensayo de Vila-Matas pues corre absolutamente paralelo a la vida de un autor real: Robert Walser  que tenía la manía de querer  desaparecer como autor, una especie de deconstrucción del “yo” que sitúa a Montaigne en sus antípodas. Montaigne es el constructor del “yo” como demuestran sus ensayos en los que el eje de la experiencia es él mismo, el centro de su reflexión. Curiosamente, ése sujeto moderno en relación con el mundo, nació en la habitación  de una torre del original filósofo humanista.

Así pues trata este ensayo  de los intentos de desaparición del autor, el  no darse a conocer, evitar su presencia, su éxito, su creación, para quedarse a escribir sólo por pura necesidad vital. Viene a cuento de este asunto del escribir, unas palabras de José Ovejero que recojo resumo en lo esencial: “Escribir no es una manera de luchar contra la desaparición, sino una herramienta para defender la importancia de lo fugaz y conceder a cada experiencia un mínimo espacio para que genere un eco. La escritura no como inmadura rebelión contra la muerte sino como afirmación consciente de cada instante en el que nos sentimos vivos”. Tiene pues sentido el escribir, aunque fuera para uno mismo. Tiene sentido más allá de aquella utopía que citaba Barthes de un mundo exento de sentido.

No hay lugar para el vacío en esto de la literatura. Como decía Muñoz Molina, la necesidad de escribir, del contar, forma parte de nuestra naturaleza. Es una aspiración vana, contradictoria, la de escribir para desaparecer, y lo es para el loco Robert Walser, maestro de la ausencia retirado en el manicomio de Herisau, y lo es para el doctor Pasavento de Vila Matas que mira siempre de reojo a ver si la realidad se acuerda de él, y si la realidad no responde entonces responde la ficción, convirtiéndose él mismo en múltiples personajes que como si fueran dictados de diversas almas le van ayudando a vivir,  le corrijen, porque desaparecer como autor no implica ni mucho menos querer dejar de existir. Existir, esa bella infelicidad del estar sólo, de envolverse en el silencio, de no temer la locura, de sentirse libre infinitamente.

El doctor Pasavento no está loco de remate, es una esquizofrenia controlada que nos hace descubrir lo difícil que es diferenciar la línea de la genialidad de la línea de la locura, una frontera demasiado difusa. Y se dicen cosas interesantes: “La literatura consiste en dar a la trama de la vida una lógica que no tiene. A mí me parece que la vida no tiene trama, se la ponemos nosotros, que inventamos la literatura” y reivindica lo mismo que el Fausto de Goethe: "Devuélveme el impulso sin mesura, la dicha dolorosa en lo profundo, la fuerza del odio y el poder del amor ¡¡ devuélveme otra vez la juventud !!". Se dice que "los supuestos enloquecimientos de los personajes como Hölderling, Nietzsche, Artaud o Robert Walser no eran tales, sino más bien extravagantes discursos literarios que eligieron un modo de comunicarse poco común, más lúcido probablemente".

Pero la insistencia de la desaparición se mantiene constante pues Pasavento no quiere ser un héroe, no quiere ser ya lo que había sido, no quiere el éxito, quiere odiar profundamente la grandeza, quiere desembarazarse de esa puñetera obligación de ser alguien en la vida o de ese “yo mismo” que nos atiborra de derechos y deberes. Esa duda del yo la manifiesta Borges de otra manera: “La verdad es que morimos cada día y nacemos cada día. Estamos continuamente muriendo y naciendo. Por eso el problema del tiempo toca más que los otros problemas metafísicos. El del tiempo es nuestro problema. ¿Quién soy yo?¿Quién es cada uno de nosotros?”. Pasavento quiere en definitiva ser un amante de escritores sin rostro equipados con la discreción de la literatura y quiere, lo que quería Kafka, seguir existiendo sin ser molestado.


Choca, ese escribir para desaparecer, para ausentarse incluso del pensamiento ("El que se empeña en no pensar hace algo verdaderamente necesario" decía Walser) y choca mucho con el enfoque nietzscheano de la unidad de la persona, de su sentido, que trasciende al individuo y en la que se encuentra la razón de su humildad y de su solidaridad con el resto de personas. Toda finalidad humana es búsqueda y trabajo, autolimitación, reconocimiento del valor y de la dignidad de los demás. Sin un fin determinado, sin un sentido, en que el hombre sintetice la multiplicidad de sus aspectos y de sus relaciones con los demás y con el mundo, el individuo, el yo que defiende Montaigne, cargado de una experiencia que se compara con otras experiencias, la persona, en una palabra, sin ese fin no es más que un conjunto de genialidades vacías. En ese relieve, en esa actitud es a donde a Montaigne le surge la aceptación serena de la condición humana, tan alejada de la exaltación como del desaliento.

domingo, 22 de diciembre de 2013

Buenas festes

Recibo de mi amigo Tomás una felicitación que me ha encantado. Con su permiso y mi agradecimiento comparto el deseo de que el personal que se acerque por aquí tenga "buenas festes".


jueves, 19 de diciembre de 2013

Juguete

Copio a mano de internet, de una de esas múltiples páginas que luego uno no puede referir, la cita de un humorista americano llamado Sam Levenson que me ha gustado mucho y que obviamente me describe:


"El juguete más sencillo, aquél que hasta el niño más pequeño puede manejar, se llama abuelo". Literal.

martes, 17 de diciembre de 2013

Independencia sigue siendo la palabra.

Es tan difícil opinar sobre economía padeciendo un único discurso neo-liberal como opinar en política cuando sólo tenemos un discurso independentista. Aclaro que sigo extrañado de que en tan poco tiempo tengamos tantos independentistas sobrevenidos. Y aclaro también que me siento en franca minoría, pero creo dejarme llevar por la razón y dejar un poquito de lado el sentimiento.

Este discurso neo-liberal brutal, cercenador de derechos, asesino de políticas de igualdad, creador y artífice de privatizaciones, irresponsable social y arquitecto  de la corrupción a gran escala, etc., etc., está oculto por los colores de una bandera. Mala tradición tengo para este asunto de banderas. Por la de aquí y por la otra. Mi internacionalismo me lleva a estar mucho más cerca de los trabajadores de cualquier parte del mundo, de Valladolid a Bangladesh,  que de estos gerifaltes españoles o catalanes  coincidentes en las políticas que nos traen la desgracia social que padecemos.

Me siento de izquierdas y muy poco motivado a entender unos movimientos transversales que acaban ganándonos siempre la burguesía. ¿A dónde voy yo con toda esa casta corrupta? ¿Qué me tienen preparado, tras darle mi voto, para la independencia?¿Qué virtud les añade este liderazgo aprovechado y manipulador que les da la oleada independentista? Porque además, este confuso derecho a decidir lo es casi exclusivamente para lo que se tiene premeditado. Yo quiero decidir y que se me pregunte por el encarcelamiento de todos los responsables de las preferentes y los desahucios, y la sanidad , y la educación, y mi respuesta será si, si, si, si.

Desde una sociedad justa, más igualitaria, más cohesionada, no fragmentada, pienso que quedaría garantizada la identidad catalana que tanto quiero, por la que tanto he luchado y de la que tanto he recibido. Siendo cada día más un “nosotros”, creo que podemos más, que somos más fuertes, sobre todo en ente mundo cargado de fantasmas financieros que condicionarán  nuestra democracia si no le podemos remedio. Si condicionan la economía global hay que responder fuerte, unidos, no parcializar las luchas, así se salva el pueblo trabajador catalán y el pueblo trabajador español (por así decirlo). ¿Alguien habla de los sacrificios, sudores, frustraciones que pueden venir por delante? ¿Cómo defenderemos nuestros derechos básicos ante el poder?

No se puede, lo sé, imponer convivencias. Sólo pueden ser pactadas. Tenemos sociedades realmente complicadas, intrincadas, mezcladas, como para hacer el idiota y pasar de ello pero ¿es necesario romper puentes?¿vamos a la revolución con estas alforjas?¿vamos a una fiesta en la que lloraremos de alegría o en la que lloraremos de pena?¿es imprescindible primero ser quien somos y luego librar batalla para una sociedad más justa?¿no es posible reivindicar, legislar, adecuar, defender con legítimo orgullo las diferencias que tiene nuestro país?.

Muchas de las respuestas de la sociedad civil se apagan tras la urgente necesidad de tratar el asunto de la independencia. Es voluntarista plantear que en el marco del sí a la independencia hay que situar el centro del debate en la justicia social. No. La izquierda no lo conseguirá así. Quiero ser independiente, sí, pero de este capitalismo salvaje. Unirme con la derecha me da sarpullidos y me hace caer en contradicciones que no puedo superar.


Advierto que siempre los nacionalismos  han evitado la autocrítica. Siempre lo que se hace, se hace por amor a la patria (la que sea), así que siempre es sospechoso. Espero no equivocarme, nos jugamos mucho.

lunes, 9 de diciembre de 2013

3819.Huellas imborrables.

Mi amigo y compañero Antonio Castán, ha publicado el libro que prometió dejar preparado para bajárselo de la UB como hace poco adelanté en la entrada que hice de su presentación.Tiene literatura, emoción, tiene reflexión, tiene historia y es un homenaje sincero y muy cabal a la militancia obrera desde los inicios de las comisiones obreras. También es crítico por lo tanto es un libro de valor. Imprescindible.

Lo encontraréis aquí.


jueves, 5 de diciembre de 2013

Mismamente yo

“….y poco después estaba sentado ante un papel en el que acababa de escribir la palabra “cielo”. Estuvo por añadirle gris o azul, pero dudó, tachó, corrigió, retenido por un sentimiento de  indómita abundancia, una mano en la mejilla y la otra débilmente extensa, como un exvoto, sobre el papel en blanco, mientras alrededor las cosas habían ido tomando posiciones, una vez piadosas y otras excusadas, hasta componer un retablo pensativo en cuyo centro, como un Pantócrator, estaba el creador del cielo, azul o gris, acechado celosamenter por una lámpara. Tuvo de pronto la sensación de que la realidad se adelgazaba en un hilo diamantino de luz y que pasaba limpiamente por el ojo de una aguja:
            “El cielo zul se hace gris
              como mi alma entre las hojas”. 
fueron sus primeros versos. Entonces se levantó y fue a mirar el cielo. Se sintió tan dichoso que hubo de respirar a fondo, con los ojos cerrados, para que la dicha no lo ahogase con su fragor de lluvia torrencial”.


De Luis Landero en “Juegos de la Edad Tardía”.

Contigo

El insoportable vacío de no ser una sola cosa contigo, sólo lo calma el calor de tu cuerpo contra el mío....por lo que si, contra toda evidencia, existiera otra vida, querría también vivirla contigo.

He manipulado parte del texto de Gorz que lo dirijía a su esposa Dorine (qué casualidad de nombre)


martes, 3 de diciembre de 2013

Qué es la vida

El otro día fui a una conferencia que David Jou, catedrático  de Física de la Materia Condensada, de la UAB, daba en la Agrupación Astronómica con el sugestivo título de ¿qué es la vida?. La pregunta en sí misma no era cualquier cosa y daba la sensación de que definirla iba ser difícil e inabarcable. Tal vez por eso había expectación (lleno a tope y yo sentado en el suelo, a esta edad) y estoy convencido que no se colmó el deseo de la mayoría. No porque el conferenciante no hiciera una exposición absolutamente rigurosa del tema, que lo hizo y bien, pero la frialdad de la química y las fórmulas  orgánicas no dan para responder el ansia de nuestra intuición. Como casi siempre, interesa más lo que no sabemos que lo que sabemos. Sabemos que acercarnos a la vida es acercarnos a la enorme diversidad y por tanto complejidad de su significado, lo difícil es responder a los ¿por qué?. Sencillamente a veces no hay respuesta. ¿Por qué la vida parece un mero acontecimiento más de la interacción de la materia? ¿por qué la vida se reduce a tránsito de una generación hasta llegar a una muerte?¿por qué la vida se afana en elegir moléculas grandes y complejísimas en lugar de ser simples y pequeñas? ¿por qué 20 aminoácidos esenciales, ni uno más ni uno menos? Todo parece una casualidad desde el punto de vista darwiniano. Pero a todo ese mecanicismo, movimiento celular, generación, degeneración, etc, ¿no le falta algo de poética? ¿cómo explicar, cómo definir más allá de la materia, esto que nos ocurre? ¿alma? ¿espíritu? ¿de dónde? No tengamos miedo a no saber. Tengamos miedo a no interesarnos.
Algunos han respondido a la pregunta: fisiólogos, biólogos, químicos, científicos, filósofos, etc., y lo hacen con conceptos que yo diría explicables pero también inexplicables. Dicen: “la vida es una manera de organizar el caos”, es “una fuerza o actividad interna sustancial, mediante la que obra el ser que la posee” (DRAE); “aquello por lo cual  un ser se nutre, crece y perece por sí mismo” (Aristóteles). Megalis y Drogan se atreven  así: “La vida es una exuberancia planetaria, un fenómeno solar. Es la transmutación astronómicamente local del aire, el agua y la luz que llega a la tierra, en células. Es una pauta intrincada de crecimiento y muerte, aceleración y reducción, transformación y decadencia. La vida es una organización única”. Miles de millones de años para hacer el salto cualitativo de un tipo de célula a una más compleja y llegar hasta hoy, ése hoy que desde la complejidad orgánica es capaz de preguntarse a sí mismo por sí mismo y por todo lo demás.

Con mi ignorancia para responder a la pregunta de qué es la vida tendría que hacer algo tan sencillo como si me preguntaran qué es la luna: señalaría con el dedo. Dejo para otra ocasión, en torno a la pregunta de qué es la vida, el referirme a un poco de metafísica, o un poco de literatura, no todo será material, digo yo, es poco poético.Para vivir es tan necesario un sentimiento como una fórmula matemática. Entre ambas iremos viviendo, que como bien se sabe, es gerundio.