Hoy hemos visto mi compañera D. y yo una película que nos ha
gustado mucho: “La modelo y el artista” de Fernando Trueba.
La historia es muy intimista y está cargada de sensibilidad.
El hecho de ser en blanco y negro acentúa un ambiente de los años cuarenta, en
pleno horror de la II Guerra
mundial que probablemente vacía a un artista muy mayor de ideas y creatividad. Surge
una mujer que hará de modelo porque viene huyendo de un campo de refugiados
republicanos en suelo francés. Esta visión de juventud, de belleza, le hará
engancharse a la vida e intentar crear probablemente su última obra, en un
intento de alcanzar el ideal artístico que pocos alcanzan. Tiene momentos
geniales sobre el arte, sobre la creación, sobre la luz, sobre la naturaleza,
pero sin aparatosidad intelectual, todo muy natural. El cuerpo de la actriz está
perfectamente elegido y nunca mejor dicho es un cuerpo escultural, predispuesto
a la escultura.
Parece un guión sencillo, fácil, con la belleza de lo
contado de manera simple pero elegante y además te permite una gran reflexión
sobre la vida y la muerte, añadiendo detalles sobre el acto creativo que son
literalmente didácticos (pequeño dibujo de Rembrandt explicado por el artista a
una inocente modelo que le hace preguntas básicas). La relación entre ambos
protagonistas, modelo y escultor, es entrañable y muy sensible.
Para nosotros, absolutamente recomendable.