Fotocomedor

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jueves, 27 de marzo de 2014

Parc Central

De paseo por el Parc Central, al ladito de mi casa. Lo que era un barranco despoblado y frecuente abocadero de basura se convirtió en un parque, ahora ya agradecido, más hermoso que al principio, cuando los arbolitos, escuálidos, le daban una imagen muy desolada. Ahora la frondosidad y variedad arbórea, invita al paseo y al solaz descanso.















Puntito azul

Sigo la reposición de la serie Cosmos de Karl Sagan, una de las mejores del género, y me ha gustado esta reflexión sobre nuestro puntito azul desde una distancia de seis mil millones de km. La Astronomía nos ofrece el paso a la reflexión ética.





miércoles, 19 de marzo de 2014

BCN N

Fotografias de Barcelona esta misma noche desde los bunkeres del Carmelo.



Alt Emporda

Brillantes días de marzo. Tres intensos días para recordar. Encuentros y reencuentros. Disfrute en compañía. Olores, sabores, cielo, tierra, mar. Un regalazo para los sentidos y la memoria.




miércoles, 12 de marzo de 2014

Viajes otros

Se pregunta Muñoz Molina en su blog: ¿Hay alguna historia que no cuente un viaje, o que no lo incluya? Y es cierto, el viaje es el relato y por tanto es el recuerdo y la recreación. Me ha hecho recordar algunos memorables. Yo no tengo muchos viajes que hayan tenido el relieve suficiente para provocar un cambio fundamental en la manera de ver la vida, por ejemplo, o que hayan influido en un cambio fundamental de mi carácter. He tenido pequeñas sumas de impresiones, de sensaciones, de convivencias, que te ensanchan la mirada para las costumbres, para saber de ti, para saber de los demás, para la cultura. De esas impresiones alguna he ido reflejando en notas o relatos, como éste de hace ya algún tiempo sobre una visita entrañable a un pueblo de Cataluña que se llama Olérdola, a quien hablo. Todavía me acuerdo de aquella tarde.

Un contorno de luz rodea tu figura. El sol de final de invierno le pone no obstante a tu imagen una cálida despedida, alejándote, con las primeras sombras del atardecer, de nosotros y del día. De nuevo la noche será tu refugio.

Te descubrí de casualidad, sin quererlo. Los caminos de nuestra Cataluña revelan siempre nuevos encuentros, o tal vez es nuestra mirada la que descubre y es entonces cuando nos sorprendemos. Ver y mirar no ha sido lo mismo esta tarde.

 En ti he visto, en ese sentido de ver que nos acerca más al conocimiento, el arte rudimentario de tus casas, tus utensilios, la representación de tus dioses y tus mitos. Por ese sentido de ver  descubro la hermosísima faceta humana de crear belleza; he sentido emociones, algunas confusas, otras clarísimas cuando la simple disposición de tus aljibes nos habla de tu inteligencia; he visto tus arterias de agua ganando espacio en las entrañas de la dura roca, arterias de vida que han recogido el llanto de mil lluvias para guardarla como tesoro de supervivencia, porque en ese montículo alzado en el valle por la naturaleza, debías sentirte segura. Segura y vigilante, precavida.

Por ese sentido de ver , en esos huecos donde has enterrado trocitos de tu alma, siempre diferente, siempre la misma, me has acercado a esa sensación universal de nuestra pequeñez ante la muerte.

El arte desparramado por tus calles que hoy es materia de sueños y de recuerdos, ha sido ofrecido a Dios, pero ha satisfecho  mucho más al hombre como si en ello hubiera una conciencia de herencia, de historia. Tu alma, tus habitantes, han conseguido con su arte dar ese algo  más  a la existencia que nos dignifica.

¿Y tu muralla? Ahora íbera, ahora romana, ahora medieval, seguro que ha recibido mil primaveras que han hecho crecer a tus pies hierbas y amapolas para vestirte de fiesta. Esa muralla ha sido testigo de los secretos de amantes y de guerreros, los más intensos.

Se hace fácil contar, describir, mencionar, pero difícil expresar,  lo vivido en la mayor parte de los rincones de nuestra historia. Ciudades muertas con toda la simbología y las huellas de lo que han vivido. 

La penumbra de oro de esta tarde de invierno será la única luz que nos acompañará hasta que desaparezcas definitivamente en la sombra.



viernes, 7 de marzo de 2014

MARXA

Ayer fui a una charla que servía de fondo a la convocatoria de la “Marxa de la dignitat” que se prepara para ir a Madrid el día 22 de Marzo.
Se habló de crisis, obviamente. Una cris que ha desvelado la hipocresía del sistema capitalista y sus declaraciones de principio. Sabido es que el sistema de responsabilidades venía a tenerse como una gran virtud porque si hacías cosas buenas en orden a tus méritos, se te premiaba y si hacías cosas mal, por mediocre, vago o cicatero, lógicamente deberías asumir las consecuencias. Podríamos considerar bajo este sistema de valores que el bienestar social era consecuencia de llevar a último término esos principios de responsabilidad. Los defensores y teóricos del mercado, tan realistas ellos, es lo que siempre han defendido. Pero parece más que evidente que el susodicho sistema de responsabilidades no ha funcionado en absoluto y a pesar de ello siguen intentando convencernos de aquellas inexistentes virtudes. Que tenga dificultades la tienda de nuestra calle por culpa de las leyes del mercado, no es lo mismo que tenga dificultades el Banco de nuestra calle por culpa de las leyes del mercado. En el primer caso es lógico y en el segundo no.
Todo nuestro problema, apuntaba la conferenciante, ha surgido de la deuda privada y, los gobiernos, entre algunos caminos a elegir, han elegido el de salvar al sistema financiero, en consecuencia, lo que era un problema privado se convierte en un problema público, lo que era una deuda de especuladores, insensatos, corruptos y demás jalea, se convierte en deuda pública, una deuda de todos.¿Por qué no dejar hundir a los bancos que habían realizado malas acciones y dejar que se aplicara el sistema de responsabilidades y la machacona ley del mercado?.Deberían probar su medicina.
Hemos pasado de una deuda del 37% del PIB en 2007 a una del 100% en 2013. Podemos inferir una ley: en el sistema capitalista, siempre se cumplirá que la deuda privada se convertirá en pública. Nosotros nos lo tragamos y ellos tan contentos y por si fuera poco, encima siguen especulando con la deuda pública, de la que siguen sacando tajada.
En este sistema capitalista hay quien sí ha cumplido su parte del pacto social: los trabajadores, los empleados, los autónomos, los funcionarios, es decir, todos aquellos que han respetado las relaciones contractuales y que por culpa de los insensatos, el “sunami financiero” se ha llevado las condiciones laborales, sociales, incluso políticas, al garete. Quede claro: nosotros no hemos roto ningún acuerdo.

En un artículo del profesor de la U.A. Félix Ovejero decía que el principio que tradicionalmente defendía la izquierda de “ninguna desigualdad sin responsabilidad” es un buen punto de partida para recuperar un razonable sistema de responsabilidades y afirmarlo en un compromiso igualitario que no quiebra la cohesión social, sobre todo cuando se están agudizando las desigualdades entre ricos y pobres, lo que nos lleva a ni siquiera compartir problemas y soluciones porque no podemos ir en el mismo barco. La pregunta entonces que viene seguida es: ¿cuál es la forma institucional que permitiría materializar ese principio? Desde luego, camino largo nos queda para que una regeneración democrática nos pueda acercar a algo que se le parezca a una justicia social.

lunes, 3 de marzo de 2014

Porvenir

Leyendo como siempre cosas a salto de mata, deduzco de la lectura de los “Ensayos” de Montaigne (un clásico al que ya he citado alguna vez en estas entradas) que casi nunca estamos concentrados en nosotros mismos. Montaigne ha sido un gran observador de las pasiones humanas siendo él mismo objeto de su análisis, de su conciencia, en un deseo constante de intentar responder a la pregunta de qué sé yo de mí mismo. Es fácil entenderle porque evidentemente participa como cualquier otro ser humano de las vicisitudes sentimentales que nos cruzan cada día y también algunas noches probablemente.


No estar concentrados en nosotros mismos viene a significar que estamos concentrados en otra cosa. Estamos concentrados en el miedo, o en el deseo, o bien en la esperanza de aquello que está por venir, lo cual nos aleja de considerar en justicia lo que estamos viviendo al momento. Perdemos el tiempo en reflexiones sobre lo que acontecerá, sin ninguna prueba o evidencia que lo avale, e incluso nos perdemos sobre disquisiciones sobre nuestra propia muerte. Decía Séneca que el “espíritu a quien lo porvenir preocupa es siempre desdichado”. Se entiende que preocuparse por el futuro es prudente pero preocuparse constantemente por él, por su tiranía, rompe nuestro equilibrio emocional. Por eso Epicuro dispensaba a sus discípulos de la previsión y preocupación por el porvenir.