Hemos rastreado un poquito las huellas de la
masonería paseando por los alrededores de la Catedral y acabando en la biblioteca
Arús, totalmente especializada en el tema.
No entraré aquí en hacer historia ni en contar
la cantidad de personajes que han pertenecido a alguna logia masónica, eso sí,
sorprendido me quedé. Tampoco haré juicios sobre la masonería pero por su
influencia es altamente recomendable acercarse al tema. Nosotros lo hemos hecho
con un primer paseo donde los símbolos, verdadero lenguaje oculto, típicos de
la masonería, que siembran la parte antigua de Barcelona. Posiblemente, el más
genérico es el de la escuadra y el compás invertido y la letra «G» en el medio.
«Un escuadra es un ángulo recto, es rectitud, que nos lleva a preguntarnos si
estamos siguiendo un camino recto o si habría que hacerlo de otra manera.
También alude a marcar límites, como los marca el compás. Y la letra G alude al Gran
Arquitecto del Universo». El Gran Arquitecto es el «Dios» de los masones. No se
lo identifica con nadie, de hecho, «cada uno puede ponerle turbante, barba o lo
que considere, para la logia es simplemente el arquitecto del universo»
Pero al menos daremos una mínima respuesta a
¿Qué es exactamente la masonería? La
retahíla de opciones para explicar el origen de la masonería es tan amplia como
variopinta según nuestro guía, el periodista David Revelles. Sin embargo, la
realidad, y la verdadera historia, es mucho más sencilla. Pocos gremios dela
Edad Media ostentaron tanto prestigio e importancia social como el de los constructores
de catedrales. Fue en el seno de sus logias –el espacio resguardado junto a las
obras donde los albañiles (maçon, en francés) trabajaban a cubierto de la
intemperie, comían y descansaban–en el que nació la masonería operativa que, a
comienzos del siglo XVIII, daría paso a la masonería moderna, llamada especulativa
filosófica. Sin embargo, a lo largo del siglo XVI varios factores iban a mermar
su tradicional estatus. Será durante esa centuria cuando se finalicen las obras
de las catedrales, proliferen las Academias de Arquitectura y nazcan nuevas
técnicas de construcción al abrigo del Renacimiento, lo que acabará con el
sistema gremial de aprendizaje mantenido por los masones medievales. “A la era
de las catedrales sucederá la de los palacios y castillos; el simbolismo
cristiano será sustituido gradualmente por un simbolismo puramente filosófico
conforme al espíritu de la época” apunta el historiador Ferrer Benimeli. Así,
todo lo que la masonería operativa de los canteros medievales tenía de ritual
de iniciación y de pertenencia al gremio en cuanto a transmisión de secretos de
oficio careció ya de sentido y la evolución posterior, “aceptó” a multitud de
profesiones liberales, políticos, etc.
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