La derecha parece tener una
relación más privilegiada con la realidad si nos ponemos a compararla con la
izquierda. Eso significa que antes o después te van a dar con la realidad en
los morros. La mejor manera de tapar un discurso de izquierdas es atizar con la
realidad.
Pero los propios realistas han
dado muchas vueltas a la realidad, esa especie de referencia infalible y
machacona que tanto gustan de usar los conservadores. Como decía Zabala “la verdad no es el resultado de determinadas
descripciones, sino una consecuencia de interpretaciones productivas pero
siempre incompletas”.
La realidad, entendida como
objetivo práctico, objetivo que reinterprete la realidad a conseguir, es un elemento
de emancipación que nos libra de la auto contemplación teórica, algo que por
cierto a veces se acerca al fanatismo, y nos acerca a la rebelión contra lo que
se presenta como definitivo e inamovible. La mejor libertad es aquella que se
consigue o se conquista con resistencia, dejándonos las plumas por el camino, y
sin eso nos perderíamos probablemente en el vacío y la locura, eso sí, puros
como ángeles. Somos cuerdos porque las cosas no son fáciles, nos afrentan y nos
devuelven como un espejo algunas contradicciones. Un proyecto político no
desmentido, afrentado, no nos deja descubrir nuestras incongruencias y el buen
uso que hayamos hecho de la libertad. La liberación de un proyecto político
está en la experiencia de cambiar las cosas, transformando nuestra revuelta ilusoria
y puramente expresiva, en modificaciones sustantivas de la realidad.
Nuestra
voluntad de hacer frente a los realistas, que tan afanosamente custodian la
realidad actual, es el instrumento, es nuestra alternativa. Voluntad y voluntad
de cambio porque hay otra realidad posible que nace de la ilusión de romper lo
que se nos presenta como imposible, es esa capacidad y voluntad lo que
arrancará la hegemonía de interpretación conservadora sobre la realidad. ”Seamos
realistas” es en estos momentos la expresión de una incapacidad para el cambio,
para nuevas alternativas.
La realidad es un campo de
batalla y no podemos rendirnos ni perder la oportunidad de definirla y gestionarla.
Los valores de la izquierda deben medirse y confrontarse con diagnósticos y
actuaciones eficaces. Lo que está claro es que el discurso de los “realistas”
se mantiene hoy como la relación de un estrepitoso fracaso en lo ético, lo social,
lo político y lo económico.
Nos toca conquistar la realidad y
puede que este sea el momento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.