No hay nada ni nadie en mi horizonte cuando sonríes.Es verdad que se vuelve a parar el mundo cuando me miras y,
tal vez, me reconoces.Se mueve sólo el ritmo de tu pecho herido; sólo tu suspiro, que es lenguaje, rompiendo
el silencio; sólo tu vibrar cargado de movimiento de lucha y vida; sólo, entre
tú y yo, trocitos de felicidad y orgullo acunados en mis brazos.
Que no se rompan las delgadas líneas de cristal que tengo
ahora en los ojos. Que no sigan amarrados los nudos de la congoja porque quiero
que llegue el día en el que pueda regalarte alas de juego, alas de compromiso, alas de libertad.
Que la esperanza sea búsqueda, empeño, y no quietud. Por ti.
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