Aquí os dejo la prueba de mis
deleites veraniegos sobre la lectura del Quijote. Una perla del ingenioso
caballero de la triste figura sobre la poesía, que tal vez no era consciente
del desacuerdo que hubieran manifestado los filósofos antiguos respecto de la
supeditación de las ciencias a la poesía. Estos presocráticos, si bien se
expresaron en verso, dejaron razones para contraponer poesía y conocimiento.
Platón también se puso muy pesado con esto de los poetas a los que quería
expulsar de la ciudad. Tal vez tenían el miedo a esa especie de locura (otra
vez la locura) que se manifiesta en la inspiración poética, una locura casi
divina, una emoción, que nos arrastra, que hace vibrar árboles, abrasa espigas, hojas
secas de otoño, como decía Hierro. Arte y naturaleza fundidas, dice Don Quijote,
para sacar a un buen poeta. Qué loco!.
II PARTE
Capitulo XVI
“La poesía, señor hidalgo, a mi parecer es como una doncella tierna y
de poca edad y en todo estremo hermosa, a quien tienen cuidado de enriquecer,
pulir y adornar otras muchas doncellas, que son todas las otras ciencias, y
ella se ha de servir de todas, y todas se han de autorizar con ella; pero esta
tal doncella no quiere ser manoseada, ni traída por las calles, ni publicada
por las esquinas de las plazas ni por los rincones de los palacios. Ella es
hecha de una alquimia de tal virtud, que quien la sabe tratar la volverá en oro
purísimo de inestimable precio; hala de tener el que la tuviere a raya, no
dejándola correr en torpes sátiras ni en desalmados sonetos; no ha de ser
vendible en ninguna manera, si ya no fuere en poemas heroicos, en lamentables
tragedias o en comedias alegres y artificiosas; no se ha de dejar tratar
de los truhanes, ni del ignorante vulgo, incapaz de conocer ni estimar los
tesoros que en ella se encierran. Y no penséis, señor, que yo llamo aquí vulgo
solamente a la gente plebeya y humilde, que todo aquel que no sabe, aunque sea
señor y príncipe, puede y debe entrar en número de vulgo. Y, así, el que con
los requisitos que he dicho tratare y tuviere a la poesía, será famoso y
estimado su nombre en todas las naciones políticas del mundo. Y a lo que decís,
señor, que vuestro hijo no estima mucho la poesía de romance, doime a entender
que no anda muy acertado en ello, y la razón es esta: el grande Homero no
escribió en latín, porque era griego, ni Virgilio no escribió en griego, porque
era latino; en resolución, todos los poetas antiguos escribieron en la lengua
que mamaron en la leche, y no fueron a buscar las estranjeras para declarar la
alteza de sus conceptos; y siendo esto así, razón sería se estendiese esta
costumbre por todas las naciones, y que no se desestimase el poeta alemán
porque escribe en su lengua, ni el castellano, ni aun el vizcaíno que escribe
en la suya. Pero vuestro hijo, a lo que yo, señor, imagino, no debe de estar
mal con la poesía de romance, sino con los poetas que son meros romancistas,
sin saber otras lenguas ni otras ciencias que adornen y despierten y ayuden a
su natural impulso, y aun en esto puede haber yerro, porque, según es opinión
verdadera, el poeta nace: quieren decir que del vientre de su madre el poeta
natural sale poeta, y con aquella inclinación que le dio el cielo, sin más
estudio ni artificio, compone cosas, que hace verdadero al que
dijo: «Est Deus in nobis», etc. También digo que el natural
poeta que se ayudare del arte será mucho mejor y se aventajará al poeta que
solo por saber el arte quisiere serlo: la razón es porque el arte no se aventaja
a la naturaleza, sino perficiónala; así que, mezcladas la naturaleza y el arte,
y el arte con la naturaleza, sacarán un perfetísimo poeta”.
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