Los
niños están creciendo. Sólo en un cielo azul muy despejado, hay un par de nubes
a las que inconscientemente dirijo la mirada. Me da un poco de rabia. Ese par
de nubes están en el futuro, están en ese devenir del que Montaigne decía que
nos aparta de los hechos actuales. Ese futuro nos hace permanecer más allá,
poco concentrados en nosotros mismos y
en quien tenemos al lado, aquí y ahora. Ese más allá es el temor, o la
esperanza, o a veces el deseo de ser o sentir de otra manera. Cierto es que
somos tan presuntuosos, o tal vez tan ingenuos, que incluso nos preocupamos de
aquello que se sitúa más allá de nuestra vida. Cita el propio Montaigne a
Séneca y a Epicuro. El primero tenía claro que todo espíritu que está
preocupado por el devenir, al final es un desdichado. El segundo dispensaba a
sus discípulos de la previsión y la preocupación por el porvenir para ir construyendo
la convivencia serena, la amistad, la sabiduría.
Si amar
es estar atento, procuraré estarlo, para intentar un presente más sereno, más amigable, más sabio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.