Fotocomedor

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jueves, 26 de abril de 2012

Marieta


Creo que al gobierno español le va a pasar lo mismo que al personaje de una canción de George Brassens versionada por Javier Krahe titulada Marieta que me permito transcribir en su totalidad, porque es muy divertida.

Versión de Javier Krahe

Y yo que fui a rondarle la otra noche a Marieta:
La bella la traidora, había ido a escuchar a Alfredo Kraus ...
Y yo con mi canción como un gilipollas, madre.
Y yo con mi canción como un gilipollas.

Y entré con el salero al comedor de Marieta :
La bella, la traidora, ya estaba acabando el flan...
Y yo allí con la sal como un gilipollas, madre.
Y yo allí con la sal como un gilipollas.

Y cuando por su santo le compré una bicicleta:
La bella, la traidora, ya se había agenciado un Rolls...
Pegado al manillar hice el gilipollas, madre.
Pegado al manillar hice el gilipollas.

Y le llevé una orquídea a nuestra cita en la glorieta:
La bella se besaba con un chulo ¡ y apoyada en un farol!
Y yo allí con mi flor como un gilipollas, madre.
Y yo allí con mi flor como un gilipollas.

Y cuando ya, por fin fui a degollar a Marieta:
La bella, la traidora, de un soponcio se me había muerto ya...
Y yo con mi puñal como un gilipollas, madre.
Y yo con mi puñal como un gilipollas.

Y lúgubre corrí al funeral de Marieta:
A la bella, la traidora le dio por resucitar...
Y yo con mi corona hice el gilipollas, madre.
Y yo con mi corona hice el gilipollas

Cambiando el nombre de Marieta por Merkel o Banco Central Europeo o Banco  Mundial o “los mercados”, vamos a llegar siempre tarde en la política económica. Ellos van marcando el rumbo y en nuestra “ansia viva” por cumplir con los preceptos neoliberales, justo cuando lleguemos nos ocurrirá que nos están cambiando el enfoque de sus políticas, ya sea porque gane Holland, ya sea porque pierde Merkel unas elecciones de nada y acaban descubriendo que apretarse tanto el cinturón no nos permite crecer. Cuántas veces  le he leído al premio Nobel Krugman que esta política económica está orientada 180ª de la política de crecimiento y recuperación.

Si ahora las directrices de los popes neoliberales apuntan a políticas de crecimiento, lógicamente como siempre para recoger beneficios,  en ese tiempo nos hemos tragado todos los sapos del neoliberalismo, adelgazando la figura del Estado hasta dejarla en esqueleto y dejando a la iniciativa privada todo el pastel de negocio que representa la educación, básica y universitaria, la sanidad, la investigación, etc.

Decepciona hasta la saciedad este puñetero discurso  del gobierno que afirma que lo que se está haciendo y decidiendo es porque no se puede hacer otra cosa, como si hubiera un determinismo matemático que con sus propias leyes obligue a hacer este tipo de economía y no otra. Sí se puede hacer otro tipo de economía, lo que no se está dispuesto es a hacer otro tipo de política. La política de recortes podría ser coyuntural, durar un tiempo hasta recuperarnos, pero la política de reformas estructurales, son para quedarse, es decir, son las reformas que confirmarán, fijarán, los aspectos fundamentales de una ideología: la neoliberal. Se está actuando por tanto por pura ideología de capitalismo salvaje que produzca a ser posible mejores beneficios.

Rotas todas las fuentes del derecho colectivo, no sólo laboral sino también el civil (cuidado con ésto!); rotas todas fuentes del interés general, serán sustituidas por las fuentes del interés privado, individualista y competitivo en un marco de juego sin reglas.

Aún así podemos llegar a ser mucho más desgraciados, porque Europa se mantendrá por finos hilos de interés económico de los grandes. Si Europa no sirve a esos intereses acabaremos como el rosario de la aurora y sálvese entonces el que pueda. Miedo me da imaginarme los discursos nacionalistas en ese contexto.

En nuestro caso, nos quedaremos en las manos con la orquídea mustia producto de nuestra pobreza e ignorados y despreciados (Roma no paga nunca a los traidores) por los chulos de los mercados que se estarán besando bajo un farol con los capitales emergentes de Oriente. O sea, nos quedaremos como gilipollas.

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