Ha sido bajo este azul donde las miradas se han contado su
secreto. Siento tu aliento acercándose y tu lengua saluda a la mía para
despertar. Te agradezco de inmediato la sonrisa y señala, sin decir nada, todo
lo que comienza. ¿Cómo digo la palabra para ser yo, en la forma que me conoces
y para que mi silencio no ponga en peligro mi infinito deseo? Digo cielo y beso tu piel. Las amapolas se doblan de
envidia.
Muy bonito y el sitio parece idílico.
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