Fotocomedor

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sábado, 10 de noviembre de 2012

Debate independencia.



El día 7 de noviembre acudimos a una conferencia organizada por Amics de la Universitat Autónoma con el título: “Debate independencia. Las referencias de Canadá-Quebec y Reino Unido-Escócia”.

Los ponentes eran:
-Josep Oliver, catedrático de Economía Aplicada de la Universidad Autónoma de Barcelona.
-Ferrán Requejo, catedrático de Ciencia Política de la Universidad Pompeu Fabra.
-Javier Pérez Royo, catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad de Sevilla.

Trataré de resumir sus intervenciones ya que me parece importante tener en cuenta algunas ideas más que las que se volcarán en la próxima campaña electoral. Intentaré no dejarme llevar por juicios de valor, aunque alguno cae.

El primero en intervenir fue Josep Oliver que con lenguaje claro opinaba que la independencia de Catalunya no es posible actualmente, tanto en lo económico, porque Catalunya y España son en este momento insolventes, como en lo político, ya que las estadísticas sobre la independencia son muy variables, lo que da a entender que la composición social de este país todavía no ha determinado sólidamente su apoyo.
Destacó el sentimiento de maltrato fiscal refiriéndose a las tres naciones motivos de debate: Escócia, Quebec y Catalunya, a pesar de que este maltrato es relativamente reciente en el caso de Catalunya, situándolo según su criterio, desde hace 10 años, es decir, con la lucha por el nuevo Estatut de Catalunya y la enorme frustración que produjo la sentencia del Tribunal Constitucional. No obstante planteó que el fenómeno de globalización y todas sus consecuencias, incluida la crisis, han acelerado los procesos de independencia. Este fenómeno de la globalización indica que, por ejemplo Quebec, es mucho más dependiente de las exportaciones con Estados Unidos que con el resto de Canadá. Lo mismo que le pasa a Catalunya respecto a España: hace años era muy dependiente y ahora lo es mucho menos ya que la mayor parte de su comercio es con el resto del mundo. Esa misma globalización hace que a Europa no le interese la independencia de Catalunya ya que se hundirían España y Catalunya y provocaría un efecto en cadena que destruiría al Euro.

El segundo en intervenir fue Ferran Requejo, a nuestro criterio venía con la consigna oficial de Convergencia, pues su posición era mucho más beligerante y militante. Este catedrático de Ciencias políticas, que afirmó haber trabajado mucho con el federalismo (citó que había 23 modelos de federalismo en el mundo) dijo que en España no tan sólo los partidos que se llaman federalistas, plantean con claridad el modelo federalista que querrían para España (creemos que tiene razón) así que sólo ve como salida de la actual situación la vía soberanista. Lamentó que en España no haya la cultura política existente en Canadá y Reino Unido. Coincidió también con el hecho de que la evolución hacia el independentismo tiene su arranque decisivo en la sentencia del Tribunal Constitucional contra lo aprobado y apoyado por el pueblo catalán en el Estatut. A partir de aquí fue la sociedad civil la protagonista y canalizadora del sentimiento de independencia que, a su criterio, acaba en las elecciones del 25 de noviembre para dar paso a un protagonismo de las fuerzas políticas en torno a una opción fuerte, mayoritaria y guiada por un liderazgo sólido, además de pedir que no se distrajera ni debilitara el proyecto de país con ideas negativas (esto nos pareció preocupante). Es necesaria una transversalidad de todos los partidos que buscan la soberanía y obtener una mayoría de soporte, por encima del 60% de la población, y una clara voluntad integradora. Tras las elecciones, el ponente tenía claro el proceso: internacionalización del tema y dar pasos adelante por la vía, si no legal, legítima. El proceso, opina, es imparable.

El último ponente fue Javier Pérez Royo y su intervención fue mayoritariamente técnica con pinceladas posteriores (en turno de réplica) muy políticas. Empezó elogiando a Canadá por la manera tan normal de afrontar el proceso de Quebec. Hizo una definición del concepto de autodeterminación en el sentido que debe reservarse para casos en que un pueblo esté colonizado por otro, por ejemplo, y en Canadá no es el caso: los ciudadanos de los dos territorios tienen los mismos derechos, eso sí, pueden voluntariamente emprender el camino de un futuro independiente uno del otro y a eso no se puede negar nadie. No obstante hubieron problemas con el texto de la pregunta en el referéndum de independencia que se hizo la primera vez en Quebec (absolutamente ambigua y larga) y el gobierno canadiense pidió un dictamen al Tribunal Supremo, que no estaba obligado desde el punto de vista jurídico, pero emitió un informe que pasó posteriormente a ser ley. Hoy, cualquier provincia podría pedir la independencia pero ajustándose a los términos de la ley citada. Recomendó la lectura de esta resolución por su gran perspicacia.
Respecto al caso escocés recordó que Escocia, que no tiene muy clara la posibilidad de independizarse, no puede convocar referéndums pero el parlamento británico autorizó esta posibilidad. Naturalmente la pregunta del referéndum seguramente vendrá condicionada a un sí o un no, nada de ambigüedades.
En España está clarísimo el caso desde el punto de vista constitucional: Catalunya no puede ser independiente en razón del artículo 2º de la Constitución. La pregunta pues, no puede ni plantearse. Este no es un hecho único: en EEUU tampoco puede plantearse esta pregunta, ya les costó su constitución la mayor cantidad de víctimas de guerra que ha padecido ése país. El proceso de cambio de Constitución en España, para que pudieran celebrarse referéndums de tipo independentista no es que no se pueda hacer, pero en la práctica, es imposible  conseguirlo.
Más allá de la legalidad vigente cree Pérez Royo que es inevitable, democráticamente hablando, la posibilidad de que se haga un referéndum pero tiene la convicción de que Europa, que no tiene puñeteras ganas de definirse en éste asunto, prefiere que lo resolvamos nosotros ya que el precedente soberanista es un lío monumental. Augura un pulso muy duro y preocupante. Añadiremos una anécdota: fue al único ponente al que se le aplaudió.

Hasta aquí el acta del acto. Vale la pena escuchar serenamente, sin el ruido electoralista o superficial. No es un asunto fácil.



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