El día 7 de noviembre acudimos a
una conferencia organizada por Amics de la Universitat Autónoma
con el título: “Debate independencia. Las referencias de Canadá-Quebec y Reino
Unido-Escócia”.
Los ponentes eran:
-Josep Oliver, catedrático de Economía Aplicada de la Universidad Autónoma
de Barcelona.
-Ferrán Requejo, catedrático de Ciencia Política de la Universidad Pompeu
Fabra.
-Javier Pérez Royo, catedrático de Derecho Constitucional de la
Universidad de Sevilla.
Trataré de resumir sus
intervenciones ya que me parece importante tener en cuenta algunas ideas más
que las que se volcarán en la próxima campaña electoral. Intentaré no dejarme
llevar por juicios de valor, aunque alguno cae.
El primero en intervenir fue
Josep Oliver que con lenguaje claro opinaba que la independencia de Catalunya
no es posible actualmente, tanto en lo económico, porque Catalunya y España son
en este momento insolventes, como en lo político, ya que las estadísticas sobre
la independencia son muy variables, lo que da a entender que la composición
social de este país todavía no ha determinado sólidamente su apoyo.
Destacó el sentimiento de
maltrato fiscal refiriéndose a las tres naciones motivos de debate: Escócia,
Quebec y Catalunya, a pesar de que este maltrato es relativamente reciente en
el caso de Catalunya, situándolo según su criterio, desde hace 10 años, es
decir, con la lucha por el nuevo Estatut de Catalunya y la enorme frustración
que produjo la sentencia del Tribunal Constitucional. No obstante planteó que
el fenómeno de globalización y todas sus consecuencias, incluida la crisis, han
acelerado los procesos de independencia. Este fenómeno de la globalización indica que, por ejemplo
Quebec, es mucho más dependiente de las exportaciones con Estados Unidos que
con el resto de Canadá. Lo mismo que le pasa a Catalunya respecto a España:
hace años era muy dependiente y ahora lo es mucho menos ya que la mayor parte
de su comercio es con el resto del mundo. Esa misma globalización hace que a
Europa no le interese la independencia de Catalunya ya que se hundirían España
y Catalunya y provocaría un efecto en cadena que destruiría al Euro.
El segundo en intervenir fue
Ferran Requejo, a nuestro criterio venía con la consigna oficial de
Convergencia, pues su posición era mucho más beligerante y militante. Este
catedrático de Ciencias políticas, que afirmó haber trabajado mucho con el
federalismo (citó que había 23 modelos de federalismo en el mundo) dijo que en
España no tan sólo los partidos que se llaman federalistas, plantean con
claridad el modelo federalista que querrían para España (creemos que tiene
razón) así que sólo ve como salida de la actual situación la vía soberanista.
Lamentó que en España no haya la cultura política existente en Canadá y Reino
Unido. Coincidió también con el hecho de que la evolución hacia el
independentismo tiene su arranque decisivo en la sentencia del Tribunal
Constitucional contra lo aprobado y apoyado por el pueblo catalán en el
Estatut. A partir de aquí fue la sociedad civil la protagonista y canalizadora
del sentimiento de independencia que, a su criterio, acaba en las elecciones
del 25 de noviembre para dar paso a un protagonismo de las fuerzas políticas en
torno a una opción fuerte, mayoritaria y guiada por un liderazgo sólido, además
de pedir que no se distrajera ni debilitara el proyecto de país con ideas
negativas (esto nos pareció preocupante). Es necesaria una transversalidad de
todos los partidos que buscan la soberanía y obtener una mayoría de soporte,
por encima del 60% de la población, y una clara voluntad integradora. Tras las
elecciones, el ponente tenía claro el proceso: internacionalización del tema y
dar pasos adelante por la vía, si no legal, legítima. El proceso, opina, es
imparable.
El último ponente fue Javier Pérez
Royo y su intervención fue mayoritariamente técnica con pinceladas posteriores (en turno de réplica)
muy políticas. Empezó elogiando a Canadá por la manera tan normal de afrontar
el proceso de Quebec. Hizo una definición del concepto de autodeterminación en
el sentido que debe reservarse para casos en que un pueblo esté colonizado por
otro, por ejemplo, y en Canadá no es el caso: los ciudadanos de los dos
territorios tienen los mismos derechos, eso sí, pueden voluntariamente
emprender el camino de un futuro independiente uno del otro y a eso no se puede
negar nadie. No obstante hubieron problemas con el texto de la pregunta en el referéndum
de independencia que se hizo la primera vez en Quebec (absolutamente ambigua y
larga) y el gobierno canadiense pidió un dictamen al Tribunal Supremo, que no
estaba obligado desde el punto de vista jurídico, pero emitió un informe que
pasó posteriormente a ser ley. Hoy, cualquier provincia podría pedir la
independencia pero ajustándose a los términos de la ley citada. Recomendó la
lectura de esta resolución por su gran perspicacia.
Respecto al caso escocés recordó
que Escocia, que no tiene muy clara la posibilidad de independizarse, no puede
convocar referéndums pero el parlamento británico autorizó esta posibilidad. Naturalmente
la pregunta del referéndum seguramente vendrá condicionada a un sí o un no,
nada de ambigüedades.
En España está clarísimo el caso
desde el punto de vista constitucional: Catalunya no puede ser independiente en
razón del artículo 2º de la
Constitución. La pregunta pues, no puede ni plantearse. Este
no es un hecho único: en EEUU tampoco puede plantearse esta pregunta, ya les
costó su constitución la mayor cantidad de víctimas de guerra que ha padecido ése
país. El proceso de cambio de Constitución en España, para que pudieran
celebrarse referéndums de tipo independentista no es que no se pueda hacer,
pero en la práctica, es imposible conseguirlo.
Más allá de la legalidad vigente
cree Pérez Royo que es inevitable, democráticamente hablando, la posibilidad de
que se haga un referéndum pero tiene la convicción de que Europa, que no tiene
puñeteras ganas de definirse en éste asunto, prefiere que lo resolvamos
nosotros ya que el precedente soberanista es un lío monumental. Augura un pulso
muy duro y preocupante. Añadiremos una anécdota: fue al único ponente al que se
le aplaudió.
Hasta aquí el acta del acto. Vale
la pena escuchar serenamente, sin el ruido electoralista o superficial. No es
un asunto fácil.
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