En las noches de cualquier estación
del año podemos contemplar las constelaciones que se llaman circumpolares, o sea,
las que se mantienen visibles toda la noche porque giran alrededor de la
estrella polar, que hace de centro del giro, y no salen y se ponen como les ocurre a todas
las demás. Muy cerca de ellas están las de nuestra historia.
La contemplación se hace por sí
sola interesante y en mi pueblo se ven las estrellas con una intensidad que a
veces dificulta la identificación de las constelaciones. Es un espectáculo
reservado a los que se atreven a reflexionar un poco sobre la magnitud de la
mirada a nuestro cielo no siempre
conocido u oculto por la luz de las ciudades.
Pero no sólo es mirar. También es
jugar con los nombres y por tanto jugar con la historia y las leyendas. Vienen
de muy antiguo y las constelaciones no dejan de ser un reflejo de los miedos,
tragedias y otras trascendencias que ocurren en la Tierra. Los mitos han
aportado gran cantidad de la morfología del cielo que no deja de ser por otra
parte algo convencional. Uno puedo imaginar las formas que quiera y proyectar
su propia imaginacióm a las relaciones entre lo divino y lo humano. Lo divino,
lo perfecto, lo inmutable, lo infinito, siempre ha estado en el cielo de
nuestra antigüedad.
Hoy me apetece poner nombre y
leyenda a una de esas constelaciones casi circunpolar (a veces no se ve entera, mejor en invierno-otoño): Perseo, que por ser un héroe mitológico se relacionará con otros
seres mitológicos para conformar una leyenda completa y en su transcurrir nos
aparecerán los nombres de las constelaciones y galaxias que en la foto
encontraréis marcadas en rojo.
Perseo era un héroe que ya sale en los poemas de Homero y Hesíodo y
fué el artífice de decapitar a la Medusa que convertía a todo el que la miraba
en piedra. La leyenda tiene la estructura típicamente trágica, es decir, nadie
se escapará a los designios del Destino, conocidos en esta historia a través
del oráculo de Apolo.
Acrisio, rey de Argos era padre
de Dánae, que casó mediante alguna argucia del mismísimo Júpiter. Tras
consultar Acrisio con el oráculo, sabe que su nieto algún día lo matará, de
manera que mete a su hija Dánae y al
hijo que tuvo con Júpiter, su nieto Perseo,
y los mete en un cofre de madera y los tira al río. Al cabo de bastante tiempo
y flotando sobre las aguas llegan a la isla de
Sérifos, donde los recoge y salva
Dictis, hermano del rey Polidectes. Este acogió a los recién salvados y no tardó
mucho en enamorarse de la
bella Dánae a la vez que no le gustaba mucho Perseo. No obstante Polidectes tenía
compromisos matrimoniales adquiridos y en su momento anunció las nupcias con
Hispodamia, hija del rey Enomao. Todo esto pasó cuando Perseo había crecido hasta diecinueve años y era un mozo muy atlético.
Políctetes ofendió al chico al dispensarle de que le regalara nada para su boda
con el argumento de que era un pobre de padre desconocido y no podía regalar
gran cosa. Perseo se sintió muy
ofendido y le retó a que antes de su boda le traería la testa de la Gorgona, cosa que Políctetes
subestimó completamente.
Viajó y viajó y en el encuentro
con las tres brujas, las tres Graias, que se decían parientes de la mismas Gorgonas.
Las Graias tenían un solo hojo y un solo diente para las tres
y en losintervalos en los que se pasaban entre ellas el ojo y el diente, Perseo se los quitó así que ciegas y
desdentadas tuvieron que negociar con Perseo.
Este pidió algo que le permitiera combatir contra la Górgona y ellas accedieron
a darle un gorro que lo hacía invisible y unas andalias que le dejarían volar
como al dios Mercurio. Este dios se quedó sorprendido de la valentía de Perseo y le regaló una hoz de oro y un
zurrón además de aconsejarler que ofreciera un sacrificio a minerva, la cual le
dio un buen consejo: “Para atacar a la Gorgona, la terrible Medusa qe
convierte en piedra lo que mira, debes no mirarla de frente así que llévate
este pulido espejo de bronce para guiar tu brazo sin mirar. Perseo así lo hizo y consiguió cercenar
la cabeza de la Medusa y meterla en el zurrón, saliendo volando de ése infierno
gracias a sus sandalias y a su gorro. De la sangre de Medusa surgió el caballo
alado Pegaso.
De regreso a casa encontró en
Etiopíaa, atada en una roca junto al mar, a una mujer a punto de ser devorada
por un monstruo. Perseo, invisible,
hirió al monstruo y sacándose el gorro saludó a la que era una princesa: Andrómeda, hija de la reina Cassiopea que por ofender a las nereidas habían
atado a su hija con el consentimiento de su padre, Kefaios, un hombre cruel que
recibió a Perseo cuando este le pidió
casar con su hija. Lo entretuvo para montarle una emboscada con sus fieles,
pero Perseo, que llevaba la cabeza
de la Medusa los convirtió a todos en piedra. Liberó a la princesa Andrómeda y se la llevó a la isla de Sérifos.
Mientras tanto Polidectes, había
cogido de rehén a Dánae con la que verdaderamente se quería casar, pero a la fuerza. Perseo llegó en el momento justo con su medusa
bajo el brazo y también los convirtió a todos en piedra. Con su madre y con su esposa regresó de nuevo al reino del
abuelo, Acrisios, que ya había perdido el miedo a las predicciones del oráculo
y organizó una fiesta de bienvenida. Perseo
hizo de atleta en los juegos que se organizaron y haciendo el lanzamiento del
plato, sin querer, mató a su abuelo Acrisios. La fatal profecía del oráculo de
Apolo se había cumplido.
Perseo, coronado rey, no quiso ese reino y se lo cambió a otro rey.
Tuvieron muchos hijos y Perseo y Andrómeda fueron los bisabuelos de Hércules.
Salvo matices dependiendo de
diferentes fuentes, ésta es la leyenda que une en una sola explicación la
presencia de la constelación de Perseo,
la galaxia Andrómeda (situada en
la constelación de Pegaso), Cassiopea y Hércules.
Todo un placer narrativo con la mirada puesta en las figuras estelares, a
veces interrumpida por la aparición de unas estrellas fugaces que en Agosto adquieren relevancia: las
Perseidas. La fotografía de mi planisferio apoya la explicación.
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