Fotocomedor

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miércoles, 9 de enero de 2013

Ternura



Hoy estoy roto en mil pedazos de ternura. Esos pedazos los tengo repartidos para mis dos chiquitines que me arrebatan el alma.

Dice Maria Moliner que la ternura es “una actitud cariñosa y protectora hacia alguien” y que lo desencadena “una cualidad de las cosas que emociona dulcemente”. Eso es saberlo, definirlo, pero yo no lo sé, yo lo siento. Sentir a cuajo. De todas maneras aceptemos que es una definición bastante expresiva y en ella intuyes blandura, esa blandura del corazón que te dan instantes inesperados de tu vida. En un instante a veces te lo juegas todo.

Hay algo presente y que me gusta en la ternura al que hoy me aferro con todas las fuerzas: la capacidad de combate para afrontar pruebas que la Naturaleza nos pone por delante. El objeto del enternecimiento despierta el instinto de cuidar, de proteger, de acariciar, de ensimismarse en la mirada que lo contempla. La ternura acoge, envuelve, estrecha a lo pequeño y te hace sentir que retiras cualquier aspereza para sustituirla por dulzura.

Leo una cita de Jose Antonio Marina sobre Pessoa que dice que fue un invisible escritor que escribió: “Si escribo lo que siento es porque así disminuyo la fiebre de sentir” y estoy de acuerdo con él. Por eso la mirada sobre un niño, o una niña que duerme desboca esta fiebre que tengo y que no olvidaré nunca.

Dejo que la ternura me esparrame en mil pedazos. Sólo espero que no me destroce el corazón necesario para aguantarla, sostenerla el tiempo que sea necesario.

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