Muchas veces, comentando con mi
hija sobre el asunto de Dios, me expresaba la misma pregunta legendaria en toda
academia, pequeña o grande: ¿Quién creó al creador?. Lógicamente esto pilla a
cualquiera un poco fuera de juego y se tiene que acudir a herramientas como la
fe y otros artilugios para sostenerse, cosa en la que no pongo ningún empeño.
Pero lo que tiene visas de cierta
claridad es que al final ¿cuál es la diferencia entre argumentar a favor de que
exista un Creador que se presenta como eterno o argumentar sobre un Universo
infinito que exista eternamente?. Sí, sí, parece exigirse algún sentido a todo
esto e incluso puede parecer duro pensar que no hay alguien que se lo dé, ordenando,
organizando, pensando y ofreciendo garantías éticas. etc., pero la verdad es
que la idea de ese alguien, por sí sola, no parece que sea suficiente para que
consintamos en decir que existe. La nada no parece un concepto descabellado
para explicar algunas cosas.
Con estas cosillas me voy a
entretener con el libro que me he
comprado de Lawrence M. Krauss, Un
universo de la nada, para ponerme al día en estas nuevas cosmologías que
tanto me gustan. Y luego algo contaré claro.
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