Pienso que es inigualable esa sutil sensación de estar tomando una copa de vino con verdadero deleite, sintiéndote a gusto, bien acompañado, la risa distendida y sincera, aflojando tensiones y dejándote llevar por las palabras a ritmo justo, a intensidad precisa, a seducción consecuente entre miradas, entre gestos y…entonces, una melodía abigarrada de recuerdos suena en el local, inmoviliza tu cuerpo, te hace bajar la cabeza lentamente hasta el pecho, secuestra toda la atención y notas que va a estallar una lágrima de dulzura.
Decía Shumann que la música sería
un arte muy pequeño si sólo resonara, si no tuviera sitio para los estados de
ánimo.
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