Fotocomedor

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martes, 17 de diciembre de 2013

Independencia sigue siendo la palabra.

Es tan difícil opinar sobre economía padeciendo un único discurso neo-liberal como opinar en política cuando sólo tenemos un discurso independentista. Aclaro que sigo extrañado de que en tan poco tiempo tengamos tantos independentistas sobrevenidos. Y aclaro también que me siento en franca minoría, pero creo dejarme llevar por la razón y dejar un poquito de lado el sentimiento.

Este discurso neo-liberal brutal, cercenador de derechos, asesino de políticas de igualdad, creador y artífice de privatizaciones, irresponsable social y arquitecto  de la corrupción a gran escala, etc., etc., está oculto por los colores de una bandera. Mala tradición tengo para este asunto de banderas. Por la de aquí y por la otra. Mi internacionalismo me lleva a estar mucho más cerca de los trabajadores de cualquier parte del mundo, de Valladolid a Bangladesh,  que de estos gerifaltes españoles o catalanes  coincidentes en las políticas que nos traen la desgracia social que padecemos.

Me siento de izquierdas y muy poco motivado a entender unos movimientos transversales que acaban ganándonos siempre la burguesía. ¿A dónde voy yo con toda esa casta corrupta? ¿Qué me tienen preparado, tras darle mi voto, para la independencia?¿Qué virtud les añade este liderazgo aprovechado y manipulador que les da la oleada independentista? Porque además, este confuso derecho a decidir lo es casi exclusivamente para lo que se tiene premeditado. Yo quiero decidir y que se me pregunte por el encarcelamiento de todos los responsables de las preferentes y los desahucios, y la sanidad , y la educación, y mi respuesta será si, si, si, si.

Desde una sociedad justa, más igualitaria, más cohesionada, no fragmentada, pienso que quedaría garantizada la identidad catalana que tanto quiero, por la que tanto he luchado y de la que tanto he recibido. Siendo cada día más un “nosotros”, creo que podemos más, que somos más fuertes, sobre todo en ente mundo cargado de fantasmas financieros que condicionarán  nuestra democracia si no le podemos remedio. Si condicionan la economía global hay que responder fuerte, unidos, no parcializar las luchas, así se salva el pueblo trabajador catalán y el pueblo trabajador español (por así decirlo). ¿Alguien habla de los sacrificios, sudores, frustraciones que pueden venir por delante? ¿Cómo defenderemos nuestros derechos básicos ante el poder?

No se puede, lo sé, imponer convivencias. Sólo pueden ser pactadas. Tenemos sociedades realmente complicadas, intrincadas, mezcladas, como para hacer el idiota y pasar de ello pero ¿es necesario romper puentes?¿vamos a la revolución con estas alforjas?¿vamos a una fiesta en la que lloraremos de alegría o en la que lloraremos de pena?¿es imprescindible primero ser quien somos y luego librar batalla para una sociedad más justa?¿no es posible reivindicar, legislar, adecuar, defender con legítimo orgullo las diferencias que tiene nuestro país?.

Muchas de las respuestas de la sociedad civil se apagan tras la urgente necesidad de tratar el asunto de la independencia. Es voluntarista plantear que en el marco del sí a la independencia hay que situar el centro del debate en la justicia social. No. La izquierda no lo conseguirá así. Quiero ser independiente, sí, pero de este capitalismo salvaje. Unirme con la derecha me da sarpullidos y me hace caer en contradicciones que no puedo superar.


Advierto que siempre los nacionalismos  han evitado la autocrítica. Siempre lo que se hace, se hace por amor a la patria (la que sea), así que siempre es sospechoso. Espero no equivocarme, nos jugamos mucho.

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