Es tan difícil opinar sobre
economía padeciendo un único discurso neo-liberal como opinar en política cuando
sólo tenemos un discurso independentista. Aclaro que sigo extrañado de que en
tan poco tiempo tengamos tantos independentistas sobrevenidos. Y aclaro también
que me siento en franca minoría, pero creo dejarme llevar por la razón y dejar
un poquito de lado el sentimiento.
Este discurso neo-liberal brutal,
cercenador de derechos, asesino de políticas de igualdad, creador y artífice de
privatizaciones, irresponsable social y arquitecto de la corrupción a gran escala, etc., etc.,
está oculto por los colores de una bandera. Mala tradición tengo para este
asunto de banderas. Por la de aquí y por la otra. Mi internacionalismo me lleva
a estar mucho más cerca de los trabajadores de cualquier parte del mundo, de
Valladolid a Bangladesh, que de estos gerifaltes
españoles o catalanes coincidentes en
las políticas que nos traen la desgracia social que padecemos.
Me siento de izquierdas y muy
poco motivado a entender unos movimientos transversales que acaban ganándonos siempre
la burguesía. ¿A dónde voy yo con toda esa casta corrupta? ¿Qué me tienen
preparado, tras darle mi voto, para la independencia?¿Qué virtud les añade este
liderazgo aprovechado y manipulador que les da la oleada independentista?
Porque además, este confuso derecho a decidir lo es casi exclusivamente para lo
que se tiene premeditado. Yo quiero decidir y que se me pregunte por el
encarcelamiento de todos los responsables de las preferentes y los desahucios,
y la sanidad , y la educación, y mi respuesta será si, si, si, si.
Desde una sociedad justa, más
igualitaria, más cohesionada, no fragmentada, pienso que quedaría garantizada la
identidad catalana que tanto quiero, por la que tanto he luchado y de la que
tanto he recibido. Siendo cada día más un “nosotros”, creo que podemos más, que
somos más fuertes, sobre todo en ente mundo cargado de fantasmas financieros
que condicionarán nuestra democracia si
no le podemos remedio. Si condicionan la economía global hay que responder
fuerte, unidos, no parcializar las luchas, así se salva el pueblo trabajador
catalán y el pueblo trabajador español (por así decirlo). ¿Alguien habla de los
sacrificios, sudores, frustraciones que pueden venir por delante? ¿Cómo
defenderemos nuestros derechos básicos ante el poder?
No se puede, lo sé, imponer
convivencias. Sólo pueden ser pactadas. Tenemos sociedades realmente
complicadas, intrincadas, mezcladas, como para hacer el idiota y pasar de ello
pero ¿es necesario romper puentes?¿vamos a la revolución con estas alforjas?¿vamos
a una fiesta en la que lloraremos de alegría o en la que lloraremos de pena?¿es
imprescindible primero ser quien somos y luego librar batalla para una sociedad
más justa?¿no es posible reivindicar, legislar, adecuar, defender con legítimo
orgullo las diferencias que tiene nuestro país?.
Muchas de las respuestas de la
sociedad civil se apagan tras la urgente necesidad de tratar el asunto de la
independencia. Es voluntarista plantear que en el marco del sí a la
independencia hay que situar el centro del debate en la justicia social. No. La
izquierda no lo conseguirá así. Quiero ser independiente, sí, pero de este capitalismo
salvaje. Unirme con la derecha me da sarpullidos y me hace caer en contradicciones
que no puedo superar.
Advierto que siempre los
nacionalismos han evitado la autocrítica.
Siempre lo que se hace, se hace por amor a la patria (la que sea), así que siempre es
sospechoso. Espero no equivocarme, nos jugamos mucho.
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