“….y poco después estaba sentado
ante un papel en el que acababa de escribir la palabra “cielo”. Estuvo por
añadirle gris o azul, pero dudó, tachó, corrigió, retenido por un sentimiento
de indómita abundancia, una mano en la
mejilla y la otra débilmente extensa, como un exvoto, sobre el papel en blanco,
mientras alrededor las cosas habían ido tomando posiciones, una vez piadosas y
otras excusadas, hasta componer un retablo pensativo en cuyo centro, como un
Pantócrator, estaba el creador del cielo, azul o gris, acechado celosamenter
por una lámpara. Tuvo de pronto la sensación de que la realidad se adelgazaba
en un hilo diamantino de luz y que pasaba limpiamente por el ojo de una aguja:
“El cielo zul se hace
gris
como mi alma entre
las hojas”.
fueron sus primeros versos.
Entonces se levantó y fue a mirar el cielo. Se sintió tan dichoso que hubo de
respirar a fondo, con los ojos cerrados, para que la dicha no lo ahogase con su
fragor de lluvia torrencial”.
De Luis Landero en “Juegos de la
Edad Tardía”.
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