Trasteando que estoy estos días con temas de ciencia me
viene un poco al pelo una reflexión sobre el hombre. Decía en mi anterior
entrada que el hombre es un bicho raro arrastrado por la enorme curiosidad
sobre lo que le rodea, también por una enorme curiosidad sobre sí mismo e
intenta acercarse a saber de sí. Terreno filosófico donde los haya. Demócrito,
un filósofo del siglo III a. de C., decía que “Todo lo que existe en el
Universo es fruto del azar y de la necesidad” lo cual implica que el hombre es un
accidente entre tantos otros. El problema está en que no aceptamos ser el
simple fruto de unos acontecimientos tan aleatorios y nos refugiamos,
demasiadas veces para mi gusto, tras razones divinas que den cuenta de nuestra
existencia. Creer y creer contra toda evidencia: un vicio. Somos débiles.
Chesterton decía (si lo decía) que cuando dejamos de creer en Dios empezamos a
creer en cualquier otra cosa. Qué malévolo el bicho!.
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