En la serie de TV americana, The
Newsroom, una compañera de mesa en el plató de noticias echa en cara al
presentador y protagonista Wil McAvoy (Jeff Daniels) que se había declarado
públicamente como republicano para poder criticar con saña a los mismos republicanos.
El presentador en su intervención dice:
“Soy republicano porque creo en
las soluciones de mercado, y en realidad es de sentido común, y creo en la
necesidad de defendernos de un mundo peligroso. Y eso viene a ser todo.
El problema es que ahora tengo
que ser homófobo; debo contar cuántas veces va la gente a la iglesia; he de
negar hechos y pensar que la investigación científica es una estafa; tengo que
pensar que los pobres viven como reyes y tengo que padecer tan asombroso
complejo de inferioridad que he de temer a la educación y al intelecto en pleno
siglo XXI. Pero sobre todo, en realidad, el mayor nuevo requisito es que debo
odiar a los demócratas…”
Me parece una síntesis acertada
de las opciones en política que cuentan en EEUU pero que, obviamente, tienen un
alcance ideológico mucho más amplio. Aquí, a la lista de los sapos que se tiene
que tragar el presentador por ser republicano podríamos añadirle unos cuantos más,
como la sanidad, el paro estructural, la vivienda, etc., etc., pues son los
trazos gruesos del neoliberalismo imperante en lo económico y el
conservadurismo reaccionario en lo social. Creo que estamos obligados a pensar
en qué contexto, a nivel global, se debe debatir sobre el papel de nuestras
democracias occidentales heridas, fundamentalmente para recuperarlas,
sanearlas, fortalecerlas.
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